Por Wanchy Medina
Twitter: @WanchyMedina
La historia de la representación política es una de la más compleja de
analizar, en el devenir del tiempo la evolución de la representación ha tenido
un deterioro significativo. Al momento de la caída de Luis XVI, la
representación jugó un papel importante en la democratización de Francia, sin
embargo no había caído bien el esposo de María Antonietta y ya los girondinos y
jacobinos se enfrentaban por intereses encontrados; Danton y Robepierre que
habían sido decisivos ante la incipiente revolución no se podían ver frente a
frente, todo lo anterior expresado tiene un único sentido: Los intereses.
La República Dominicana no tiene la mejor estructura electoral para hacer
gala de una genuina representación, sin embargo, en las últimas dos décadas,
los cargos electivos que han resultados de las libres elecciones son en gran
parte producto de lo que la gente quiere, y ha votado para que le represente.
Los ayuntamientos compuestos por dos órganos que deben complementarse
entre sí, son productos del mandato que el pueblo otorga a los representantes; alcaldes
electos con votos directos y
regidores electos con votos indirectos
tienen el gran reto de dignificar con sus acciones el mandato que le han concedido
en las urnas los electores.
Sin embargo la historia de la municipalidad de la República Dominicana
registra episodios dantescos que han escenificados regidores y alcaldes, no es
nada provechoso recordar, el caso de hace poco más de tres décadas en La Romana,
donde un regidor fue muerto a pocos metros del ayuntamiento cuando salía de una
sesión, baleado de manos de otro funcionario del cabildo por diferencias en el
manejo administrativo; más reciente, aun fresco, el caso de Piedra Blanca donde
al menos tres ediles resultaron muertos en una balacera que se escenificó al momento
de elegir el bufete directivo del Concejo Municipal.
Estos, son escenarios que los hijos de Duarte jamás quieren recordar,
pero siempre hay que repasarlos para tratar de crear conciencia sobre la encrucijada
que viven los ayuntamientos por lo múltiples intereses que allí se envuelven.
El último evento de sangre que ha envuelto funcionarios de la
municipalidad, es tan reciente como decir la semana pasada, donde el país han sabido sobre la acusación pública que ha hecho el jefe de la Policía Nacional y
el Procurador General de la República al alcalde de Bayaguana Nelson Sosa, que
supuestamente contrató sicarios para terminar con la vida del regidor del mismo
municipio Renato Castillo.
Este hecho abre otra vez la discusión sobre cuán hondos y marcados son
los intereses que se juegan en los cabildos para que uno de sus miembros tenga
que orquestar un plan macabro de terminar con la vida de sus iguales.
En los ayuntamientos, los intereses económicos son de todos conocidos,
desde la concesión de obras, rejuego con las compras, nombramientos, y hasta la
insistencia con la cual se denuncia la mala administración de los recursos se
convierte en un hilo conductor para conseguirse la enemistad de los que sus intereses
son afectados.
Cuando los alcaldes no pueden callar a los regidores con “dadivas”, ni lo
pueden hacer enmudecer con canonjía, los concejales contestatarios se
convierten en un obstáculos para las marañas de los que actúan administrativamente
en la oscuridad; y muchas veces, como ya se ha demostrado esta actitud puede
poner en juego la vida de aquellos que solo cumplen con el mandato de fiscalización.
Los gobiernos locales deben dar un giro de ciento ochenta grados en la percepción
de la gente, los ayuntamientos están desacreditados; regidores y alcaldes
normalmente se reparten el pastel a la vista de todos y cuando sus intereses
chocan entre sí, una bala resuelve las diferencias, esto no debe ser así pero
es la cruda realidad.
* El autor es
Regidor de La Romana.-
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