miércoles, 18 de marzo de 2009

El Mundo ha fracasado en la guerra contra las Drogas

El ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso explica por qué la guerra de Estados Unidos contra las drogas no ha hecho más que exacerbar la inestabilidad y el narcotráfico en América Latina.

Cuando tres ex presidentes de Latinoamérica presentaron recientemente las conclusiones de una comisión regional de alto nivel sobre drogas y democracia en Sao Paulo (Brasil) el veredicto fue de condena: la guerra contra las drogas es un fracaso.

“Las políticas prohibicionistas basadas en la erradicación, la prohibición y la criminalización del consumo no han funcionado”, escribieron los ex presidentes de Brasil, México y Colombia en The Wall Street Journal en febrero. A pesar de 30 años de seguir las instrucciones de Washington en materia de estrategia frente a las drogas, la región sigue siendo, con gran diferencia, la principal exportadora de cocaína del mundo. Peor aún, el crimen organizado ha proliferado; las redes de traficantes han echado raíces; y el dinero de este negocio ilegal ha infectado la política. Incluso países relativamente desarrollados como México se han visto arrastrados a una espiral de violencia increíble y a una corrupción destructora.

Los ex presidentes reclaman con urgencia cambios drásticos en la política mundial contra los estupefacientes.

La Comisión Latinoamericana sobre Drogas y Democracia, constituida por ellos, recomienda despenalizar el uso de la marihuana, centrar la actuación de la policía en el tráfico y las redes criminales, y poner en práctica una estrategia de sustitución de cultivos -no erradicación- para acabar con la cocaína. Con los ecos de sus conclusiones aún recientes en Washington y la región, Elizabeth Dickinson, de FP, ha preguntado al ex presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso hacia dónde va y hacia dónde debe ir la guerra contra las drogas si queremos salvar la democracia en América Latina.

Fernando Henrique Cardoso dice que los Estados Unidos siempre ve este asunto como un problema contra el que hay que luchar, como una batalla. Pero es un tipo distinto de batalla. ¿Por qué no se concentra en combatir la demanda, en vez de intentar meter en la cárcel a todos los que consumen drogas? Seguramente porque existen intereses ocultos, no sólo sobornos entre la policía (que los hay), sino también la maquinaria construida para luchar contra las drogas de forma tradicional. Es preciso ser más flexibles: ¿estamos consiguiendo algo en el problema de la droga sólo con la represión, o nos convendría más centrarnos en la reducción de la demanda y el tratamiento de los consumidores? La cantidad de dinero que dedica el Tesoro estadounidense a meter a gente en la cárcel probablemente disminuiría si [EE UU] considerase el problema de las drogas como un asunto de salud.
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Tomado de la Foreign Policy
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